domingo, 1 de junio de 2008

EL CENSITA

Resulta que a esta altura de la vida me sorprenden
comprando primaveras a los ladrones
Fomentando el hurto del invierno
Plantando un arbolito en Comodoro
Arrancando de cuajo todos los edificios que tengan
mas de un piso
Inventando asuntos complicados que al final resultan
tan simples como el
Cúmulo homogéneo de la arena
Como el agua salada
Como el sol a las diez de la mañana
Resulta que viene algún censista y me sorprende amplificando gritos
Diciéndole pavadas a la vida
Alguna cosa
Un simple comentario para no sentirme moribundo como el ocio
Resulta que en general, cuando le hablo a la vida, le hablo en secreto
Le soplo al oído el testamento de otro
Le indico que verifique si hay suficiente aire para prestar aliento a los que amo
Y aparece el censista preguntando
Y yo lo miro
¿Ocupación?
Ama de casa y empleado, padre y madre, amigo y tutor y encargado de mis hijos
Poeta a las cansadas, a veces humorista, vivimos en esta pieza
¿Todos juntos?
Si, somos miles, le digo (Un millón de esquimales, un millón de astronautas, un
montón de gente, miles de puntos luminosos – como un pueblo – le digo esto y
grito)
Salgo corriendo
Le planto la renuncia a mi jefe
Dejo que la comida se me queme en el horno
Que la contabilidad se descalabre
Que el censista no sepa cuántos somos
Hay tanto trámite importante que cumplir en primavera
Por ejemplo, confundir al militar que nos gobierna, que se crea que somos muy pocos
Y que estamos totalmente de acuerdo con su cara.
Carlos Marcucci – Octubre de 1970